A lo largo de la historia han sido muchos los medios, las formas y los mensajes para manifestarse contra las autoridades locales. No es algo extraño en Granátula, ya que siempre han aparecido pasquines, folletos, hojas, etc. fruto de las rivalidades entre partidos políticos, familias, etc.
Casualidades de la historia, si en la primavera de 2009 aparecían estas pintadas en los cercados exteriores de Granátula, en la primavera de 1766 fue un pasquín (pequeño papel escrito) el que atentaba contra el gobierno municipal. La diferencia es que aquel pasquín fue más allá. Su autor o autores amenazaron de muerte al alcalde de la época, Pedro Pablo Carretero. El motivo principal era la subida desorbitada del precio del pan.
No obstante, la realidad social de una y otra época son muy diferentes.
Uno de los factores desencadenantes fue la cosecha de 1765, que como la de años anteriores, fue escasa, lo que fue preparando el caldo de cultivo para la primavera de 1766 donde afloraron los motines, actos de rebeldía, pasquines amenazadores, etc. en toda España a raíz del hambre, la subida del precio del pan y otros productos básicos.
En Granátula esta situación de carestía se cebó con la mayoría de la población, sobre todo con los más pobres, lo que hizo aparecer el mencionado pasquín. Ese trozo de papel, además de pedir la bajada del precio del pan tenía otros objetivos: empezando desde su procedencia y pasando por las rivalidades que encerraba. Como veremos adelante, era un papel escrito por personas pudientes, no por las clases bajas, las más afectadas por esta situación: se trataba sobre todo de un conflicto de intereses ocultos entre las principales familias por el prestigio social, el control político del pueblo y el comercio de granos.
En 1766 fue inevitable que se produjera la carestía y el aumento del precio del trigo, sobre todo por la especulación de los “poderosos”, una nueva categoría social fruto de la unión entre hidalgos y villanos ricos.
Varios factores, relacionados entre sí, son esenciales para que se produjera esta situación, especialmente:
- Aumento del precio al pan así como de otros productos básicos, cereales, etc. por las malas cosechas de éstos años, producidas por factores meteorológicos adversos, especialmente por sequía. El descenso de la cosecha de cereal facilitó el alza de precios y el temor de autoridades y población ante el desabastecimiento.
- la abolición de las tasas y la libertad de compraventa de granos, que empezó a aplicarse desde un año antes, 1765. Esto favoreció la especulación: permitía por ej. que los poseedores de grano pudieran comprarlo o venderlo a precios de mercado, es decir, según la oferta y la demanda de la época, sin que el Estado ni autoridades locales les impusiera ningún tipo de control, con un precio máximo ni mínimo, como ocurría antes. Así podían elevar los precios de venta en épocas de carestía, al haber poco grano, sin esperar ningún tipo de sanción de las autoridades.
- un aumento por aquellos años de la población local. Se cree que Granátula incrementa en un 30 % la población en el siglo XVIII, superando los 2000 habitantes. Esto significaba un aumento de la demanda de alimentos, especialmente el pan, alimento básico de la población.
La mala cosecha de 1765 provocó que a lo largo de la primavera de 1766 fuera aumentando progresivamente el hambre y el temor al desabastecimiento para los meses siguientes. Para prevenirse, la autoridades intentaron aprovisionarse de cereal para llenar los pósitos. Estos eran los almacenes municipales de grano. Habían sido creados en el s. XVIII para asegurar simiente, trigo para el pan, etc. pero los precios eran demasiado altos y hubo dificultades para llenarlos: los acumuladores de excedentes, evitaban la venta a la espera de mejores precios.
En este ambiente, surge el pasquín, en junio de 1766, en la pared de la carnicería de la Plaza Vieja, hoy Plaza de España. Era el centro por excelencia del comercio dentro de Granátula y un lugar muy transitado. El mensaje es claro: la rebaja del pan (a siete cuartos) y se amenazaba de muerte al alcalde de la época, Pedro Pablo López Carretero, si no se llevaba a cabo:
“Sino enmiendas tus injusticias... y el pan abaratas has de morir atado a una estaca, no seas tan soberbio. Si biene tu ermano se lo diras tu muerte y la suia brebe sera por que cobiene, mira, mira, mira.”
Parece que es un papel sin importancia, con una amenaza sin importancia y en un pueblo sin importancia. Pero no es así. La importancia radica en la aparición del pasquín contra el alcalde, en las amenazas de muerte, las repercusiones que tuvo para los acusados de haberlo hecho, y por el momento histórico con el que se relaciona: los motines de subsistencias de 1766 que se extendieron a lo largo de toda la Península, relacionados con el Motín de Esquilache del mismo año. Tal es la importancia de este pasquín que en algunos libros se le dedica un apartado estudiando de manera aislada lo que se denomina como “Los Pasquines de Granátula”.
Muchos historiadores se han preocupado por este incidente y sus repercusiones, entre otras cosas, porque se ha conservado bien el proceso judicial y por la gravedad de lo ocurrido. Aspecto que veremos más tarde. Tal es así que Granátula aparece en los libros como uno de las localidades donde más se recrudecieron los motines de subsistencia de 1766.
Estos motines se dieron en el resto de España y tienen como origen Madrid, en el denominado Motín de Esquilache. El motín estalla el 23 de marzo. La población reclamó con todo tipo de violencia la bajada de precios del pan, trigo y cereales, la mejora de los abastos de alimentos básicos en pueblos y ciudades, la destitución de Esquilache como ministro, la derogación de las medidas sobre capas y sombreros, etc. Los actos de rebeldía provocaron que Carlos III, rey entre 1756 y 1788, destituyera al día siguiente a su ministro Esquilache, medidas como la bajada de precios y de abastecimiento inmediato a pueblos y ciudades con lo que el motín se calmó el día 26. En el resto de España el motín empezó el último día de marzo y se prolongó durante los meses siguientes con mucha violencia. Cada uno surgió de manera espontánea y el principal objetivo era la bajada del precio del pan y trigo. Los insurrectos se manifestaron contra las autoridades locales lanzando pasquines, llevando a cabo motines y actos de rebeldía.
A nivel nacional las provincias donde más se recrudeció el motín fueron las Provincias Vascongadas, Zaragoza y Cuenca. En Castilla la Mancha los motines comenzaron en Tobarra (el 31 de marzo); en la mencionada Cuenca el 2 de abril; el 12 de abril en Alcaraz; el 13 en Mota del Cuervo; el 18 en Almansa; el 23 en Guadalajara; el 26 en el Toboso y Campo de Criptana; el 29 en Quero; el 6 de mayo en Manzanares; el 16 en Membrilla, etc. Fechas posteriores por tanto al 23 de marzo. A este respecto la historiografía presenta a Granátula como el lugar donde incluso empiezan los motines de subsistencias provinciales. Concretamente, el catedrático de la Universidad de Zaragoza, Carlos E. Corona Baratech, en su artículo Sobre el Tránsito del absolutismo al liberalismo[1], afirma que “La agitación sub especie del precio de las subsistencias comenzó realmente el 9 de marzo en Granátula,...” de 1766, dos semanas antes que en Madrid. Otros autores como Juan Díaz-Pintado centran el interés en el pasquín, siendo uno de los hechos más importantes de este motín general, por las amenazas contra el alcalde y el logro de bajar el pan. Opinión compartida por otro estudio importante realizado por Ramón Cózar Gutiérrez y Pedro Losa Serrano, que desconocen la fecha de inicio del motín de Granátula. Para estos el pasquín aparecería fruto de la rivalidad económica y política entre las principales familias de la localidad.
Muchos fueron los pasquines que surgieron por toda la geografía española pero pocas las consecuencias. Sin embargo, en Granátula, que contaba con unos 2000 habitantes (Censo de Aranda de 1768-9), se produjeron hechos graves al descubrirse los autores y ser condenados a indemnizaciones económicas. Tan sólo hay algún caso similar en pequeñas poblaciones de España, como en Iniesta (Cuenca).
La raíz del problema está en que en la primavera de 1766 el enfrentamiento entre las principales familias de Granátula está en su punto más alto. El pasquín es un síntoma público del mismo. Como se ha dicho anteriormente había un conjunto de intereses más o menos ocultos entre dos adineradas familias: el control político del pueblo, el acaparamiento de cargos públicos y la venta de grano para obtener sustanciosos beneficios. Por un lado, estaba la familia de los Fontecha, representados por Manuel Ruiz de Fontecha. Tenía un aliado llamado Ángel Antonio Gómez.
Por otra parte, estaba la familia de los Carretero. Su representante era Pedro Pablo Carretero, alcalde en 1766, y al que se amenazó de muerte en el pasquín anterior. Ambas familias estaban emparentadas entre sí. Venían manteniendo una relación de apoyo u oposición política, según los intereses del año de elección, en la alcaldía o en otros puestos municipales. La rivalidad venía desde hacía años, siendo de todo tipo, económicas, políticas, benéficas, de estatus social, etc.
Destacan sobre todo las rivalidades económicas y políticas. Las rivalidades económicas se centraban en la condición social noble y privilegiada que tenían ambos grupos.
Por una parte, Manuel Ruíz de Fontecha, era diputado del común, labrador e hidalgo notorio. Aliado con él, como se ha dicho, está otro diputado del común, Ángel Antonio Gómez, también hidalgo notorio.
Por otro lado, enemigo de los anteriores, estaba el alcalde ordinario, Pedro Pablo Carretero. Éste pertenecía a la familia de los Carretero, “... una de las Casas más enriquecidas de la provincia, con multitud de ganados mayores y menores, trashumantes y riberiegos...”. Todavía se conserva el escudo nobiliario de esta notable familia en la Calle Ramón y Cajal.
Pero sin duda, la causa principal que originaría el pasquín sería otra razón económica más fuerte: el abastecimiento del pósito municipal, ubicado en la actual Casa de Cultura de la Plaza de la Constitución. Una muestra clara de esto aparece en las rivalidades benéficas municipales entre las dos familias: Ambos presumían durante estos años de dar más limosnas a los pobres, de rebajar el precio del pan, etc. En 1766, año del pasquín, Manuel Ruíz de Fontecha asegura que había conseguido que se rebajara el pan “...ofreciendo a mís expensas la pérdida que hubiere...”, por haberse comprado el trigo para el Pósito municipal a un precio más alto. Pedro Pablo Carretero, rival del anterior y alcalde del momento, presumía de haber franqueado 23000 ducados en 1764 para acopio de trigo y otros abastos “...sin otro interés que su afecto al bien de los pobres...”.
El pósito era el almacén de grano de la localidad. Las principales familias de la época se disputaban el control de ventas de grano al pósito. Actuaba como banca de cereal. Así muchos agricultores aseguraban su simiente para el año próximo, sobre todo en época de malas cosechas, obteniendo el cereal como un préstamo y pagando sus respectivos intereses. Además se garantizaba al resto de la población grano ante épocas de carestía y hambre producidos por años de malas cosechas. Estaba normalmente controlado por un intendente que recibía órdenes del Ayuntamiento para fijar precios, ventas, etc. Fueron creados especialmente para este fin en el siglo XVIII por los monarcas Borbones.
También existían rivalidades políticas. La familia Carretero controlaba el gobierno municipal aquel año de 1766. Los Ruiz de Fontecha habían llegado a las alcaldías en varias ocasiones, desde 1757. Ambas familias disfrutaron estratégicamente de las sucesiones de Alcaldías y lucros de pastos, cargos y oficios municipales.
En esos últimos años la lucha se había hecho permanente. Ya en 1762 y 1763 Manuel Ruiz de Fontecha y Ángel Antonio Gómez llevaron a juicio a Pedro Pablo Carretero y sus amigos por asunto de elecciones y por presunto acaparamiento de los oficios municipales. En este aspecto, hay que decir que eran unos cargos elegidos anualmente y no cada cuatro años como actualmente se hace. Los candidatos a cargos municipales procedían normalmente de adineradas familias locales, votados por la población masculina registrada en el padrón del pueblo (no había censo electoral propiamente dicho). Por tanto no había partidos políticos como los actuales, con programas electorales en favor de la población, sino intereses familiares por ostentar cargos públicos y lucrarse de sus beneficios. Las reglas eran muy ambiguas y muchas veces no se respetaban: empezando por el reparto de los cargos que recaían en personas de la propia familia o vinculadas bajo cuerda a la misma, pasando por el cántaro donde se realizaban las votaciones, etc. Estas se resolvían con litigios enviados al Consejo y Chancillería.
Sin embargo, a pesar de la diferencias políticas y económicas entre estas familias había parentesco y afinidad, un poco complicada de explicar: Ángel Antonio Gómez era primo segundo del padre del regidor, Francisco Nieto, que era sin embargo parcial del alcalde, y estaba unido por el mismo parentesco con otro alcalde ordinario, Manuel Gómez, asimismo parcial de Carretero. Manuel Ruiz de Fontecha era primo segundo de otro parcial y pariente de éste, el capitular del Ayuntamiento Agustín Carretero.
Quizá esto había beneficiado una política de mutuo apoyo en ciertos años: Ruiz de Fontecha había dado su voto a Pedro Pablo Carretero para que fuese alcalde en 1758 (aunque no fue elegido). En 1759 y 1766 (año del pasquín) Fontecha volvió a apoyarlo y Carretero salió como alcalde; como también lo votó para procurador síndico en 1764.
Manuel Ruiz de Fontecha había sido alcalde en 1757, 1760, 1763 y 1765. Ocupó otros cargos municipales a lo largo de estos años.
En cualquier caso, a pesar de las rivalidades, se puede decir que ambas familias controlaron el poder de Granátula en estos años, entre 1757 a 1766.
A pesar de que los autores del pasquín consiguieron su objetivo, que las autoridades bajaran el precio del pan a siete cuartos, se abrió un proceso judicial por las amenazas de muerte contra el alcalde. El juicio declaró a Manuel Ruíz de Fontecha y Ángel Gómez autores del pasquín. Una prueba que los delatara fue un testimonio que afirma que a los pocos días de colocar el pasquín, se les oyó decir en la calle de las Pilas, contigua a la Plaza Vieja “..no emos salido mal de el papelón”.
Las consecuencias para ambos fueron muy negativas.
En julio de 1766 la sentencia determinó que a Manuel Ruíz de Fontecha se le debía confiscar 150 fanegas de trigo, unas 300 de cebada, 40 de garbanzos y 10 de centeno, todo ello en parva, es decir, del grano obtenido en la era tras la trilla.
A Ángel Gómez se le confiscaría también en la parva, tres carros de garbanzos, cuatro fanegas de garbanzos limpios, 11 carros de pitos, tres de centeno y 14 carros de mieses de cebada, un campo de fanega y media sembrado de centeno, dos campos de 10 y 8 fanegas de trigo, un majuelo de 3000 vides y dos olivares, uno de 150 olivas y el otro de unas 20.
Al año siguiente de los hechos, en 1767, la perpetuación de los cargos en el Ayuntamiento de Granátula era tan clara que hubo graves incidentes, provocados por individuos descontentos. Lejos de extinguirse esta tendencia que mantenía en el poder “a los mismos de siempre”, las irregularidades electorales degeneraron en incidentes violentos cuando dos individuos, irrumpieron acompañados de su clientela en la sala donde se procedía a la votación alterando el acto. Posteriormente, el malestar del grupo se trasladó a la calle. A pesar de que se montó un dispositivo de vigilancia para garantizar la tranquilidad aquella noche no se consiguieron impedir destrozos y defecaciones sobre actas y carteles.
[1] Corona Baratech, Carlos E.: Sobre el tránsito del absolutismo al liberalismo. 1975. Cuaderno de investigación: Geografía e Historia. Tomo I, Fasc. 2, pp. 63-82.
muy buenas todas las entradas al menos me han sacado de dudas
ResponderEliminar